jueves, 12 de enero de 2012

Mi memoria y 108.000 claveles

Uno nace con las cualidades y carencias que le ha tocado en suerte o en desgracia, según se mire. Conforme van pasando los años las cualidades las vamos perfeccionando a la vez que hacemos uso y gala de ellas en beneficio propio y, por qué no decirlo, también en beneficio ajeno.

Por el contrario las carencias o bien las enmendados o bien las obviamos. Hay sin embargo una tercera opción que es la de lamentarse eternamente por la falta de una cualidad mental o dote física (ustedes ya me entienden) que siempre pesará sobre nosotros. Anhelar poder cantar a lo Placido Domingo o bailar a lo Beyonce puede pesarnos tanto como para convertir en una pesada carga algo que en principio no nos es necesario para nuestra subsistencia.

En mi caso, andar justito, más bien escaso de memoria, me imposibilita para muchas cuestiones entre ellas la de ser un erudito en historia. Preguntarme qué ocurrió en fechas que no sea n 1492 o el 36 o hace 2012 años es querer arriesgarse a la famosa “callada por respuesta”. Fechas, datos y nombres tienen difícil retentiva en mi memoria y por ello me lamento porque reconozco lo apasionante de la historia y lo jugoso que resulta conocer al detalle acontecimientos históricos dignos de recrear y compartir entre amigos.

Pero como bien dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, y hasta de los defectos hay que sacar provecho. Si la memoria no es lo tuyo no te acordaras de las promesas electorales que el político de turno hizo en campaña electoral cuando pasados cuatro años seguramente más del cincuenta por ciento de esas promesas han sido incumplidas sistemáticamente. Por eso, si tienes buena memoria, te conviertes indefectiblemente en el “hazmerreir con carácter retroactivo” de quienes un día te utilizó vilmente para conseguir sus propósitos electorales.

Háganme caso, vivir en el recuerdo baldío a veces tiene su ventaja. Eso sí hasta que por una de esas casualidades llega a tus manos un periódico de antaño y se te revuelven las tripas al ver como se rieron de ti, o tus antepasados en toda su cara con premeditación, nocturnidad y alevosía.

Dicho lo cual, y apelando a mi carencia de concreción les muestro en primer lugar la cabecera del periódico Ideal en su edición número 4818 fechado el 15 de febrero de 1948.


Y ahora la noticia por la que en 1948 se rieron de todos los motrileños y de sus generaciones futuras pues la promesa de la que se hace eco el periódico sigue a fecha de hoy incumplida de todas todas.


63 años después de esta noticia sabemos que el ferrocarril ni está ni se le espera. Pero si lento (siendo muy condescendiente) está siendo España en la construcción del ferrocarril por el contrario los motrileños fuimos de gatillo fácil a la hora de honrar y agasajar a quienes todavía tienen que estar esparciéndose de risa en sus tumbas.


Les resumo: Por el ferrocarril que nunca llegó, regalamos al generalísimo 78.000 claveles, 12.000 al ministro de obras públicas, otros tantos al de la gobernación y 6.000 al director general de ferrocarriles. Esto hace un monto de 108.000 claveles amén de las tarjetas de agradecimiento que se depositaron en el gobierno civil.

Reivindicación: O construyen el ferrocarril o que nos devuelvan los 108.000 claveles.

1 comentario:

David Rodríguez Jiménez-Muriel dijo...

¡Genial! Te encontraré alguna cosita más como la visita del Ministro de Gobernación en la época alfonsina y su encendido discurso desde el Balcón del Ayuntamiento. Luego, el almuerzo se trasladó a Torrenueva, donde el párroco puso puntos sobre íes de una manera admirable.

Grandiosa entrada. Pero me apunto a la reivindicación. Anda que no nos iban a venir bien los claveles para Semana Santa