jueves, 22 de diciembre de 2011

Hablar en andaluz (II)

Ha pasado mucho tiempo desde que osé preguntarme el por qué muchos de los andaluces cambiamos ostensiblemente nuestra forma de hablar en ciertas circunstancias. En todo este tiempo de apática ausencia en el que he procurado conocer más en profundidad nuestra identidad lingüística si algo he aprendido es a no menospreciar nuestro dialecto, a no avergonzarme de mi forma de hablar, a no sentirme menos por hablar como lo hago.

Nuestro acento va irremediable e históricamente ligado a la pobreza y por tanto a la incultura que conlleva. Muchos fueron los andaluces emigrados huyendo de una miserable existencia en una Andalucía vilipendiada tanto por los hijos de esta tierra como por los que vieron en ella una oportunidad de trincar y salir corriendo mordiendo la mano de quien tanto les ha dado de comer. El emigrante quiso zafarse de la primera señal de identidad que le delataba como pobre andaluz. Su acento era una señal evidente de su origen y pronto renegaba del dialecto materno. Mientras tanto el señorito andaluz hacía lo propia enviando a su prole a estudiar fuera de tierras andaluzas procurando que a su vuelta fuese latente su cultura y conocimiento mediante su forma sin alma de hablar. Es por tanto el estigma de la pobreza y el complejo de inferioridad que conlleva el que hace que nos veamos a nosotros mismos y nos vean como unos “mal hablados”.

Necesariamente un mayor nivel cultural implica un cambio en la forma de hablar motivado por la universalidad de las relaciones entre aquellos que tienen la oportunidad de acceder a un mundo de amplio espectro cultural pero no por ello, por muy culto que se pueda llegar a ser, hay que renegar y avergonzarse de nuestros orígenes lingüísticos.

Ya en el estatuto de autonomía andaluza en el título VIII art. 213 Reconocimiento y uso de la modalidad lingüística andaluza dice: Los medios audiovisuales públicos promoverán el reconocimiento y uso de la modalidad lingüística andaluza, en sus diferentes hablas. Por otro lado el libro de estilo del ente público andaluz Canal Sur dice en el apartado 2.2.1 Discurso narrativo, lo siguiente: Las particulares formas de expresión lingüística de los andaluces forman parte de nuestro patrimonio y por ello serán preservadas e impulsadas como elemento integral del idioma común: el español. Canal Sur Televisión y Canal 2 Andalucía asumen la responsabilidad de fomentar y practicar un estilo de andaluz culto, correcto y formal que sea referencia de buen uso idiomático para los andaluces. Sin embargo nada como sintonizar estos canales para darnos cuenta que un noticiario cualquiera de estos canales bien podrían estar producidos desde la televisión autonómica madrileña ya que desde ese mismo libro de estilo se insta a los periodistas a expresarse con en un castellano cuasi perfecto.

Renegar de nuestro dialecto es avergonzarse de lo que somos. Es dar pábulo y credibilidad a aquellos que menosprecian nuestro acento, a aquellos políticos que se ríen de nuestros niños andaluces por su acento.

Nuestro dialecto tiene cabida en el contexto nacional y no tenemos que avergonzarnos de él como no se avergüenzan los latinoamericanos del suyo, como tampoco lo hacen los canarios.

Es el que hemos mamado, es nuestro, es único, es rico, es evolutivo, es ancestral y será la cultura y la prosperidad de nuestra tierra quien lo module pero mientras tanto me siento orgulloso y no me avergüenzo de hablar andaluz. Hacer respetar nuestro dialecto es conseguir que nos respeten pero por encima de todo respetarnos a nosotros mismos.

1 comentario:

David Rodríguez Jiménez-Muriel dijo...

Un lapsus de un año y casi tres meses no es un lapsus... Ahora hace falta que cojas carrerilla, porque lugares en internet que te obliguen cuando menos a discrepar hay pocos, de modo que espero no sea flor de un día esta segunda entrega dialectal.

Sobre ella, varias posturas distintas: una que los emigrantes andaluces quizás (y puede que algunos solo) fueron conscientes que al llegar a otra tierra, no habría que ser plenamente desagradecidos con aquellos que les permitieron quedarse ni con la región que les acogía. Ese término despectivo de "charnego" puede responder a un intento e instinto de supervivencia.

Tras mil palos y cuarenta mil malas miradas, el andaluz de los años sesenta se dijo a sí mismo que tocaba adoptar posturas camaleónicas para no ser reconocido entre los demás.

Sobre el libro de estilo de Canal Sur, y créeme que llego a entender un tanto esto por cercano conocimiento, piensa que el dialecto que durante 2001 a 2003, años de máximo esplendor de la campaña "habla en andaluz", se oía uno de los muchos dialectos que hay en Andalucía: el correspondiente a Sevilla/Cádiz y sus pueblos y demarcaciones provinciales más en derredor a la urbe hispalense.

Y esto me sirve para seguir sosteniendo: ¿qué andaluz queremos? Porque andaluz es el de Huéscar o el de Jaén, más en sintonía con el murciano o el manchego, y andaluz es el de Motril, que no tiene nada que ver con el andaluz institucionalizado.

¿Cuál me quedo?

Pues eso, que cada uno, mejor que hablar algo anacrónico, impuesto y descrito de manera genérica como sería decir "dialecto andaluz", hable como en su tierra, en su patria chica, en donde ve la luz a diario cada mañana. Y que tenga en cuenta que forma parte de la comunidad de hispanohablantes, con más de 500 millones en el Mundo, segunda lengua para operaciones comerciales, tercera en número de estudiantes y la que en los últimos años tiene más proyección.

¡Vamos a tener altura de miras!