lunes, 1 de marzo de 2010

Motril is diferente II


Que Motril es diferente a poca gente le cabe duda después de los últimos acontecimientos acaecidos en Motril. Alguno de esos otros son del ámbito cofrade de los cuales de momento me abstengo de comentar pero en esta segunda parte de “Motril is diferent” voy a hacer referencia al acontecimiento del año, que si me apuran mucho, por todo lo que se ha hablado diría que del siglo y no es otro que la remodelación de nuestra emblemática Avenida de Salobreña.
He dejado pasar varios días para recopilar todas las opiniones vertidas en los distintos mentideros motrileños. Se podrían decir muchas cosas de este parto por ser esta también una gestación que ha durado 9 meses y que ha servido a todo el mundo para alabar y criticar esta obra.
Mucho podía comentar al respecto de los famosos carriles bici y bici-bus según el margen de la calle que miremos o de la falta de zonas de carga y descarga y de tantas otras cuestiones que ya los jubilados expertos en urbanismo y los políticos expertos en tirarse los trastos han tenido a bien en ilustrarnos.
Para demostrar que Motril es diferente no podía hacer lo que llevan haciendo muchos motrileños, antes durante y después de que hayan acabado las obras ya que sin duda esta obra tendrá aspectos buenos, malos y otros sustancialmente mejorables. No voy a desmerecer tan alta inversión pero si desvelar la esencia de este nuestro Motril de recalcitrante piel añeja.
Motril es diferente por la esencia de las cosas, por ese detalle que se silencia o que pasa inadvertido ante la mayoría y que parece retrotraer a la sociedad motrileña a la década de los sesenta.
Motril es diferente porque pocos días antes del corte de cinta por parte del alcalde los jardineros se dispusieron a engalanar la avenida con distintos tipos de plantas y los motrileños, algunos motrileños se dedicaron a cortar las flores plantadas no sé si para enseñárselas a sus nietos dentro de 30 años o para subastarlas en Ebay. Tal fue el rapiñe de flores que no les quedó más remedio a los operarios que esperar a los dos días anteriores a la apertura de la avenida al tráfico para terminar su trabajo.

Motril es diferente porque como ya ocurriría en otra época y de ello pueden dar buena cuenta los cronistas motrileños, la mañana de la tan esperada inauguración el grupo de graciosos de turno no tuvieron otra idea que echar detergente a la paellera como así se ha bautizado a la enésima fuente que se instala en Motril. Tal fue la trastada que los servicios de limpieza tuvieron que emplearse a fondo con maquinas sopladoras y demás artilugios de limpieza para dejar medianamente decente el icono oficial de esta avenida.
Motril es diferente porque cuando se produjo mi inauguración particular, que no consistió en otra cosa que simplemente circular con mi vehículo por la protagonista del día había una protesta de taxistas que colapsaron la avenida de cabo a rabo circulando a cinco kilómetros por hora todos agrupados. Vamos, que no había días y formas para protestar que jodiendo al resto de conductores.
Motril es diferente porque diez minutos después de la apertura al tráfico de esta arteria los vehículos ya estacionaban en el carril bici para hacer sus menesteres pasándose por el arco del triunfo el respeto a las normas de circulación que un día les sirvieron para aprobar el carnet de conducir.
No todo son anécdotas cutres y puñeteras también las hubo simpáticas. Al menos una de las que yo tenga conocimiento. Si por algo Motril es diferente es porque una vez acabado el acto protocolario de la apertura el primer sujeto que hizo uso del carril bici fue un ciudadano a lomos de su burro.
¡ Es o no es Motril diferente!.

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